Allá por los años en los cuales los musulmanes habían conquistado la Península Ibérica, y posteriormente los cristianos habían iniciado la Reconquista, muchos territorios erigieron castillos para poder defender los mismos. Aquí es donde se encuentra el principio del Castillo de Algar de Mesa del cual vamos a hablar.
Tras el primer señor de Molina y Mesa, Manrique Pérez de Lara, fueron ocupando su descendencia el título del Señorío de Molina y Mesa hasta que, siendo probablemente señora de este, Doña Blanca Alfonso de Molina, hermana de la reina María de Molina, mandó edificar el castillo allá por el siglo XIII.
En un momento en el que, tras la Reconquista, toda la zona fronteriza entre Aragón y Castilla se batallaba por la posesión de los distintos territorios, se hace del Valle del Mesa un verdadero campo de batalla. Es por lo que la presencia de castillos en esta zona debía ser primordial, ya que resultarían elementos defensivo para cada reino.
Aunque bien podríamos imaginar un enorme castillo medieval en el cual podría vivir mucha gente, la verdad es que simplemente soportaba una pequeña aldea, y que además servía de auxiliar de un gran castillo como fue el Castillo del Mesa. El Castillo del Mesa, el cual se sitúa entre Villel y Algar, fue destruido en el año 1479 por orden de los Reyes Católicos, debido a la política de centralización que llevaron a cabo.
Esto último no quiere decir que haya que menospreciar el castillo que hubo aquí, simplemente servía de forma defensiva para los habitantes de este pueblo en aquella época. A continuación, os describiremos como era, y puede que os alegre saber que fue un castillo especial con elementos que ni imaginaríamos y que alguno de ellos sigue existiendo.
El castillo lo podemos descomponer en varias partes:
La primera de ellas es la torre principal. Posible lugar donde vivía el Señor de Algar por aquel entonces. Este estaría situado en lo que hoy conocemos como la vivienda del castillo.
En segundo lugar, tenemos las murallas que rodeaban el castillo. Estas se extendían desde la antigua carnicería, pasando por el escenario situado junto al frontón y llegaría hasta la iglesia rodeándola por fuera de esta. De aquí partiría hasta el final del callejón, y por último llegaría desde el callejón hasta la parte del antiguo horno, rodeando el castillo. Una parte de la muralla todavía se conserva y sobre la cual se han edificado varias viviendas.
Otro elemento que destacar son las galerías subterráneas que tiene el castillo como modo de escapatoria en caso de ser invadido. Según los dichos populares, existieron al menos tres galerías, aunque sólo tenemos nociones de dos de ellas, las cuales a día de hoy siguen existiendo, pero están en propiedades privadas y no se sabe del estado en el que se encuentran. Una de ellas tiene la salida cerca de la iglesia; la otra cruza la plaza y debía salir al final del callejón aproximadamente.
El último elemento, y personalmente el más destacable por lo extraordinario que fue, es una cueva redonda subterránea en el actual patio del castillo, la cual era en forma de caracol y bajaba hasta el cauce del río para así abastecerse. Una joya que hoy sería digna de ver, pero que desgraciadamente no queda nada de esta.
Imagínense todo nuestro castillo al completo. Qué belleza y qué obras arquitectónicas había en él. Pero todo esto se quedó en la historia, y con ella hasta nuestros días, solo quedan pequeños vestigios de él.
Que por lo menos no se pierda para la historia esta pequeña documentación para nuestras futuras generaciones.
Artículo realizado por Alejandro López Escolano
Fotografías de Alejandro López Escolano